Alrededores de la presa del Horcajo en Piedralaves. Domingo de septiembre casi al final del verano; un cielo parcialmente encapotado por oscuros nubarrones que amenazan lluvia, y fresco vientecillo serrano. Estamos junto a esta presa que recoge sus aguas del Nuño Cojo después de haber recorrido desde su nacimiento, en la Pradera de la Serradilla, una pendiente de más de 500 metros.
Es este un espacio natural, de gran belleza y de fácil accesibilidad, apropiado para disfrutar de un relajante paseo, contemplando el paisaje en el que abunda el pino negral (Pinus pinaster) junto a florecillas de distintos tipos, e infinidad de plantas como el cantueso, el romero, el tomillo o la jara.
Trazando círculos en el cielo podemos ver revolotear varias aves de rapiña (buitres y gavilanes, según dice un paseante que camina junto a nosotros). Por la senda que recorremos vemos entre los pinares de la montaña, tres o cuatro ardillas subiendo y bajando por los troncos de los árboles con la agilidad que les caracteriza, y entre los matorrales varias lagartijas y un lagarto.
Un paseo no muy largo con el que hemos podido disfrutar de la melancólica contemplación del entorno, y del delicioso aroma de las plantas impregnado con el peculiar olor a tierra mojada, uno de los olores que junto al de la mar y al de la hierba recién cortada más me gusta.
La lluvia está ya cerca.